Solo por ver esa sonrisa de oreja a oreja que enseña mi mujer cada vez que bajamos a desayunar a un hotel, merece la pena pagar un poco más. El desayuno en los hoteles suele rondar los 10 euros a añadir al precio de la habitación. Y yo siempre pienso que con ese dinero hago cinco desayunos, no uno. Pero no es lo mismo, claro…
Hace unas semanas volvimos a uno de nuestros hoteles más queridos. Tratamos de ir todos los años, aunque no siempre se puede. Aunque es un cinco estrellas, siempre reservamos en temporada baja, con lo que el precio es más asequible. Y siempre con desayuno, claro. Después de ducharme, hasta me pongo un poco nervioso, empiezo a salivar y diseño con antelación lo que voy a tomar esa mañana: voy a empezar con un poco de fruta, luego un revuelto calentito y para terminar algo dulce…
Pero la última vez que fuimos a ese hotel un cambio nos llamó la atención. Creía recordar que nada más entrar al salón del desayuno te encontrabas con los boles del desayuno, los cereales y unas botellas con leche, con leche de vaca y ya está. Pues ahora he contado, al menos, 7 botellas diferentes… y había hasta leche polvo.
De soja, de almendras, de avellana, sin lactosa, con lactosa, semi-lactosa, etc. Bueno, estas últimas me las he inventado yo, pero el caso es que tenías de todo. Yo estoy en una fase en la que no bebo ningún tipo de leche: ni con, ni sin, ni vegetal. Tomo café solo y listo. Pero no cabe duda de que el hotel se ha actualizado de lo lindo.
Otro de los aspectos que ha sido renovado es la carta. Y es que no solo se trata de desayuno buffet en este hotel, también te pueden preparar algunos platos especiales, sobre todo calientes. Mi mujer diseñó una tortilla con todos los ingredientes inimaginables y se puso las botas. Tal vez el próximo año preguntemos lo de la leche polvo y hagamos un cóctel con todas las bebidas vegetales, a ver qué sale…