España es un país con más de cuatro mil bodegas registradas, y sólo una parte de ellas se consagra a la elaboración del vino. Es importante tenerlo presente antes de formalizar una visita bodega albariño de las Rías Baixas u otra región vitivinícola.
En esencia, las bodegas se dividen en cuatro clases, siendo las que elaboran el vino las más apreciadas. El resto participan en esta actividad mediante labores de almacenaje, envejecimiento y embotellamiento de esta bebida, antes de su comercialización. Es común que una misma bodega desempeñe varios de estos cometidos a un mismo tiempo; por ejemplo, las bodegas de elaboración, conservación y expendio.
En primer término, las bodegas elaboradoras desempeñan un rol vital en este sector. Sus ocupaciones comprenden las etapas de la recolección de los racimos de uva, el despalillado o supresión de ramas y hojas de cada racimo, la obtención del mosto y, finalmente, la maceración del mosto obtenido en el curso de una a dos semanas.
Por su parte, las bodegas de crianza y envejecimiento cuentan con instalaciones especializadas en el añejado del vino. Como parte de esta labora, se ocupan de la clasificación y control de calidad del vino. Suelen estar ubicadas en áreas de crianza y poseer Denominación de Origen.
Respecto a las bodegas de almacenamiento, disponen de edificios habilitados para conservar las barricas y botellas durante un periodo de tiempo determinado, dependiendo del tipo de vino: crianza, reserva, etcétera. El vino debe conservarse a temperaturas ideales de 10 a 12 grados, no debiendo superar los 18 grados. En este sentido, deben evitarse las fluctuaciones, por sus efectos negativos sobre el producto final.
Por último, las bodegas de embotellado se especializan en el envasado y etiquetado del vino. Es el último paso antes del transporte de las botellas hacia los puntos de venta autorizado.