La direccion de fotografia sigue siendo un ámbito cinematográfico que el gran público no termina de comprender. Hay grandes directores de foto totalmente desconocidos por los espectadores como Emmanuel Lubezki, Gordon Willis,Vittorio Storaro o Robert Richardson. Algunos vagamente populares, aunque solo sea por la cercanía geográfica, como Javier Aguirresarobe, habitual de las películas de Alejandro Amenábar o Nestor Almendros, un clásico de la Nouvelle Vague que nació en Barcelona allá por los años 30. Y también están los que el espectador identifica rápidamente por ser además los directores de sus propias películas en las que a veces manejan también la fotografía, como Robert Rodríguez o Alfonso Cuarón.
Esta labor abarca muchos campos de trabajo que convierten al director de fotografía en un rol multitarea: director artístico, productor y técnico, todo en uno, pues el abanico de variables con las que tiene que lidiar para conseguir una imagen impecable toca estas tres áreas de una u otra forma. Así toma decisiones como el control técnico de lentes y cámaras, pasando por llevar al día el parte meteorológico para controlar la luz, hasta el alquiler de los equipos con los que van a trabajar o decidir, junto con el director, la estética que quiere conseguirse en la obra audiovisual. Todo este quehacer tan basto y complejo obviamente necesita de un aprendizaje, que puede llevarse a cabo en diversos centros orientados a la cinematografía. Es el caso del Master en Dirección de Fotografía y Cámara que ofrece el Centro Universitario de Artes TAI desde hace años y con el que a día de hoy están trabajando gran parte de sus exalumnos. De hecho, el centro tiene convenios de colaboración con entidades como la Asociación Española de Autores de Obras Fotográficas Cinematográficas (AEC), para potenciar, fortalecer y difundir la profesión del director de fotografía, que como también comparten desde la asociación, sigue muy alejada del entendimiento del espectador.
Pero con reconocimiento o sin él, a todos estos directores de fotografía les debemos imágenes de sobra grabadas en nuestras retinas, que han ayudado a crear, logrando verdaderas obras artísticas que son parte de nuestro bagaje cultural y cinematográfico, como los helicópteros volando sobre un cielo anaranjado en Apocalipsis Now o el excelente domino de la luz y las sombras de El Padrino, por poner solo dos ejemplos. Cada vez más jóvenes cinéfilos y cineastas se animan a dedicarse a este oficio, que ya cuenta con estudios propios para aprender a abordar una labor tan intrincada y, a la vez, tan creativa.