Alimentación

Mi mujer es vegana 

Mi mujer se ha pasado al veganismo. A ver, no es como pasarse al lado oscuro de la fuerza, pero supone una serie de novedades en nuestra relación que debo tener en cuenta. De hecho, para ella, yo soy el que está en lado oscuro de la fuerza, el que (todavía) come carne, el bruto que bebe leche y, en fin, el que se pone de espaldas al progreso. 

¿Cómo ha sucedido esto? ¿En qué momento mi mujer se volvió vegana? Siempre mostró interés por ideas ecologistas y ha estado muy en contacto con su tierra. Ella viene de un pequeño pueblo del norte de León y algunos miembros de su familia, de hecho, trabajan actualmente en granjas que cuentan con certificado ecológico europeo de forma que otros productores pueden usar sus materias primas para elaborar productos certificadas. 

A mí todo esto me parece muy bien. Entiendo que hay que respetar el medio ambiente y tratar de, en la medida de lo posible defender el bienestar animal. Ocurren cosas absolutamente deleznables en muchas granjas y no se puede permitir. Pero de ahí a esta especie de “yihad veganista” hay un término medio. 

Mi mujer forma parte desde hace unos meses de un grupo animalista que se dedica a organizar protestas y cosas de ese tipo. Pero hace poco leí en el periódico una noticia sobre un grupo de radicales veganos que habían hecho un escrache en una granja y busqué entre las fotos temiendo encontrar a mi mujer en ellas. 

Al final hemos tenido que tener una conversación. Ella insiste en que no va hacer nada ilegal pero que no puedo coartar sus libertades y convicciones. Yo no quiero coartar nada pero tampoco me gustaría que fuera a la cárcel por defender un par de vacas. Que lo del certificado ecológico europeo y demás me parece muy bien. Mi casa está hasta arriba de cosas ecológicas. Ya hasta me estoy planteando dejar la carne, ¡qué caray! pero vamos a ver si usamos el sentido común: no se puede cambiar todo de un plumazo, hay que ir poco a poco, ¿o no?